sábado, 14 de enero de 2012

Tres muertos en el naufragio de un crucero de lujo en Italia

Un peruano, miembro de la tripulación, y dos turistas franceses son las tres personas muertas, cuyos cadáveres han sido recuperado, en el naufragio de un crucero en la isla italiana de Giglio ocurrido anoche, informan hoy medios italianos.

Los cuerpos de las tres víctimas se encuentran en la morgue de la localidad de Orbetello, cercana a Puerto Santo Stefano, en la Toscana italiana, y según los primeros exámenes médicos habrían muerto ahogados, añaden los medios locales.

Hasta ahora las autoridades italianas sólo han confirmado tres muertos en el naufragio, aunque aún están sin localizar un total de 70 personas, de las 4.229 que iban a bordo del crucero "Costa Concordia", según el prefecto de Grosetto, de la que depende Giglio, Guiseppe Linardi.

Además de los tres fallecidos, 67 viajeros sufren heridas de diferente consideración, por las que han sido atendidos en los hospitales de Grosseto y Orbetello.

Un total de 42 personas están hospitalizadas, mientras que los otros heridos presentaban fracturas leves o hipotermias.

El crucero, de lujo para ricos a viaje de lujo para muchos

El naufragio del crucero Costa Concordia en aguas toscanas, pocas horas después de zarpar de Civitavecchia (Roma) para recorrer aguas mediterráneas, y que ha causado tres muertos, ha vuelto a colocar en los titulares de prensa los viajes en crucero, hasta hace no mucho un lujo para ricos, y hoy un lujo de viaje para quien pueda permitírselo.

Ni la clase social, ni la cartera requieren hoy características particulares para poder pasear por las cubiertas de los grandes transatlánticos que fluyen por el Mediterráneo.

Los precios del Costa Concordia, uno de los quince buques de la compañía italiana Costa Crociere, empiezan, por estas fechas, desde 825 euros en adelante, para recorridos variables que tocan diversos puertos del que los antiguos romanos llamaron Mare Nostrum.

El Costa Concordia costaba "unos 800 euros", se supone en tercera clase, para un crucero de siete días, según señaló a Efe uno de los náufragos españoles del crucero llegado a Roma desde el litoral toscano.

Unos precios, según la clase elegida, que no se pueden comprobar oficialmente ya que la página web de la compañía está desde ayer bloqueada.

Cifras irrisorias si se tiene en cuenta que el Costa Concordia, como su gemelo el Costa Serena, contaba con un spa que ocupa dos plantas y con varias suites que se asomaban al mar, piscinas, gimnasios, restaurantes varios, discotecas, además de espacios comunes particularmente sofisticados.

Cruceros, los de hoy en día, al alcance de cualquier bolsillo y tan populares que han dado lugar a series de televisión como "Vacaciones en el Mar" o la trágica película "La aventura del Poseidón" de 1972.

El Costa Concordia, con 114.500 toneladas, superaba netamente en capacidad, y en dimensiones, al famoso e infortunado Titanic, engullido por las aguas del Océano Atlántico en la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912, naufragio que también fue llevado con gran éxito a la gran pantalla.

Mientras el legendario barco, que fue el medio de transporte más colosal de su época con más de 40.00 toneladas, podía transportar a 3.587 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación (que no llegaba a los 900 miembros), el buque de la compañía Costa Crociere tenía capacidad de albergar a unos 3.780 pasajeros y 1.100 miembros de la tripulación.

El Titanic sí era un verdadero barco de lujo. Un billete en primera clase superaba largamente los 4.000 euros actuales, tres veces más que un pasaje en una zona idéntica en cualquiera de los grandes barcos que operan hoy en día.

La particularidad principal y vigente de los grandes viajes en barco en la actualidad es que se planifican en agencias de viajes desde las que se plantean ofertas como descuentos o servicios extra que homogeinizan y hacen más asequibles el acto de viajar en estos colosos marinos.

Colosos de hasta 294 metros de eslora que pueden llegar a mantenerse en el mar durante 11 días, haciendo escala en diversos puertos.

Y es en esas ciudades en las que el barco echa el ancla donde empieza otro negocio paralelo, el del comercio y el consumo.

Una práctica la del comercio, esta sí, tan antigua y necesaria que ha hermanado a la humanidad a la largo de generaciones de marineros y ha creado una civilización brotada de los litorales del mismo mar, el Mediterráneo, donde el Costa Concordia, botado en 2006, ha encontrado su final.

El coloso moderno presenta una inclinación de ochenta grados y está encallado en un banco de arena de 30 metros de profundidad, frente a la isla Giglio, de apenas 1.500 habitantes, que alquilan sus casas en verano para los turistas y que en esta ocasión las han abierto para los náufragos modernos.

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